Otra historia no menos importante es: La Puerta de la Justicia. Cuenta la leyenda que tal era la magnificencia de esta entrada a la Alhambra, que se aseguraba que no existía caballero que, montado en su cabalgadura y portando su lanza, consiguiese tocar con la punta de ésta la mano esculpida en lo alto del arco exterior, aseguraban que quien consiguiese tal proeza conquistaría el trono de la Alhambra.
Siempre se ha hablado de la dedicación puesta en la construcción de la Alhambra, tanto en lo decorativo como en lo arquitectónico. Se asegura que tan sumamente recia era su construcción que, aún recibiendo el ataque de mil ejércitos enemigos, jamás caería.
El día que la llave del arco interior de la Puerta de la Justicia y la mano de su arco exterior se unan, habrá llegado el fin del mundo pues esto significará que la Alhambra está en ruinas. Nadie pone en duda dicha alusión.
El Soldado Encantado: Existió en la antigüedad un estudiante de Salamanca que durante el verano se dedicaba a viajar y, cantando al son de su guitarra, conseguía fondos para pagar sus estudios. Llegado a Granada, y celebrando la víspera de San Juan, reparó en la presencia de un soldado con lanza y armadura.
Preguntándole a éste por su identidad, el soldado dijo estar padeciendo un encantamiento desde hacía 300 años. Un alfaquí musulmán le conjuró a montar guardia al tesoro de Boabdil por toda la eternidad, dándole sólo licencia para salir de aquel escondrijo una vez cada 100 años. El estudiante preguntó cómo podía ayudarle. El soldado le ofreció la mitad del tesoro por él custodiado si le ayudaba a romper el hechizo , para ello se precisaba de un sacerdote en ayuno y una joven cristiana. La joven no fue difícil de hallar, pero el único hombre dedicado a Dios que encontró era un obeso adorador de los manjares, por lo que mucho le costó convencerlo, y sólo con la promesa del tesoro aceptó ayudarle.
Subieron aquella noche hasta el escondite, en la Alhambra, portando una cesta de comida para que el párroco saciase su hambre una vez acabado el trabajo. Una vez encontrándose en la torre, las piedras de su pared se abrieron a la orden del soldado, dejando al descubierto una estancia con el gran tesoro.
Una vez dentro, y mientras realizaban el sortilegio, el hambriento cura se abalanzó sobre la cesta y devoró un grueso capón, cumpliendo el pecado de la gula . De repente estos tres se encontraron en el exterior de la torre y la entrada sellada, el hechizo se había roto demasiado pronto.
Fue así como el soldado perdió la oportunidad de escapar de tan cruel castigo, y los demás sus sueños de riquezas. Aunque al estudiante le pesaban los bolsillos, lo que le permitió vivir en paz y amor con la bella joven cristiana.
Otras de las leyendas que escuché mientras vivía en Granada era que la Alambra tiene unos pasadizos que conducen a las afueras de esta ciudad como a Alfacar y Santa Fé. Son tan grandes que caben varios hombres a caballo. Dicen que se hicieron con el propósito de escapar en caso de invasión.
1 comentario:
Hay un montón mñas de Granada si me apetece las pondré.
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