lunes, 29 de octubre de 2007

En la calle de las teterías II






Resumen anterior: Se encuentran 3 amigas en una tetería de Granada. Están charlando sobre sus sueños cuando una de ellas se enamora locamente de una camarera. De pronto una de ellas desde la parte de arriba de la tetería ve como roban a una mujer. Consiguen impedirlo, pero el ladrón se asusta tirando una silla, esto hace que se rompa el cristal de de la entrada, cayendo sobre la camarera nueva; Cristina. La enamorada Esther aprovecha para ganarse su confianza ayudándola a levantarse.
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El ladrón sale despavorido corriendo, mientras Esther ayuda a Cristina a recogerla, unos clientes van trás el.


Esther mira fijamente a Cristina y le pregunta:


Esther: ¿Estás bien?

Cristina: Si, gracias. Más que nada me he llevado un susto enorme. Me he caído al suelo del mismo miedo.

Interrumpe la encargada de la tetería:


Encargada: Mira Cristina, te preparo una tila y sino te encuentras bien te vas a casa.

Cristina: No, de verdad preferiría trabajar. No llevo muchos días aquí, como soy nueva, me parece abusar.

Encargada: También soy socia del local y si te digo que te puedes ir. Es que lo debes hacer, prefiero que te vayas a casa que me rompas las teteras y la vajilla de puro nervio.

La encargada le pide una tila a una de sus empleadas, mientras ella recoge los cristales del suelo. Ya que las sillas las han recogido las amigas de Esther.

Lucía: Bueno, vamos a tomar el té, que lo acaban de traer.

Ana: Si, tengo mucha sed.

Encarnita: Esther dile a Cristina, la camarera nueva, que si quiere se siente con nosotras.

Esther: Si, claro. Ya lo había pensado.


Esther se aproxima a Cristina le pide que se siente con ellas, esta acepta y suben detrás de las chicas a sentarse en la mesa de nuevo. Ya han recogido los cristales y se oye como la encargada llama al cristalero 24h, para que le reparen cuanto antes el pequeño destrozo.
Cristina se miraba los brazos, buscando cortes pero no tenía nada más que un pequeño cardenal en el codo por la caída.


Esther: Eres una chica fuerte, no te has hecho nada.

Cristina: No creo que tenga que ver con la fortaleza, más bien diría que he tenido una suerte de campeonato.

Esther: ¿O no?

Encarnita: Cristina, sé que no debería preguntarte nada, ahora mismo, ya que andas un poco nerviosa y en tensión, pero soy muy preguntona. ¿Cuánto tiempo llevas aquí trabajando?

Cristina: Una semana, exactamente. Es que no soy de Granada, nací en Jaén y he venido con la ilusión de poder tener un futuro mejor.

Encarnita: ¿Sola o acompañada?

Cristina: He venido sola.

Esther: ¿No tienes pareja entonces?

Cristina: No.

Esther y las chicas se intercalan miradas, en las cuales queda bastante claro que es lo que se quieren decir.

Ana: Por favor dejar de acosarla, que acaba de tener un pequeño altercado.

Cristina: No te preocupes, es normal. La verdad que me alivio ver a Esther quitarme los cristales y poder comprobar que no me había pasado nada.


Hay un cruce de miradas entre Esther y Cristina. Esther es una chica muy sonriente y le devuelve una gran sonrisa transmitiendo serenidad y comodidad.

Viene otra camarera, les trae la tila de Cristina. Y le pregunta a esta:



Camarera1: ¿Cómo estás? ¿Mejor?

Cristina: ¡Oh, si! La verdad que estoy mejor.

Esther: Pues yo creo que no, tienes mal color de cara. Lo mejor será que te lleve a casa en mi moto. ¿Por cierto dónde vives?

Cristina: En la calle Gran Capitán.


Esther guiña un ojo a Encarnita, esta se ríe disimuladamente.
Mientras Lucía comienza a decir:


Ana: Una vez, cuando estudiaba en la Universidad de Ciencias Políticas; me pegaron un empujón, pensé que no me había pasado nada. Pero al cabo de un tiempo me empezó a doler la cabeza, por lo visto tenía una especie de coágulo en la cabeza por golpe recibido y …

Lucía: Pero eso ya nos lo has contado mil veces, luego te operaron. Y en el hospital conociste a una chica exuberante de la cuál te enamoraste locamente. Pero cómo no tuviste el valor de decirla nada, pues estuviste calentándonos la cabeza durante dos largos años.

Encarnita: Si, y se te ha olvidado decir que la mandaste una ramo de rosas blancas pero cómo se te olvido poner tu nombre. Se pensó que era de otro paciente y no te atreviste a decirla que eran tuyas. En fín Cristina, a esta Lucía le falta sangre. Le falta lo que le falta


Encarnita se ríe a carcajadas y todas las demás la siguen.


Lucia: Muy graciosas, si es cierto que me faltan muchas cosas, una de ellas es el amor. Y Cristina: ¿A ti que te gustan? ¿Los hombres y/o las mujeres…?


Un silencio incómodo marca los segundos como si fueran horas.
Cristina cruza una mirada de complicidad con Esther.



Directorio

3 comentarios:

Unknown dijo...

La otra parte no sé cuándo la pondré, según me digais, ya que solo he de plasmarla aqui. Lo malo que asi va un poco lenta. Pero l apuedo alargar o acortar. me es indiferente.Yo la acortaría que sino se hace plomeras.

Josemy dijo...

María, puedes escribir una novela!!

Eta parte me ha gustado también mucho... Todas esas miradas cómplices, y esas echos que nunca tuvieron el valor de hacer y dejaron pasar una oportunidad... (me recuerdan a mí.. jeje)

Bss.. Yo quiero la tercera, ya, y las que vengan también...

Pasitos de bebe dijo...

Venga la tercera parte que a mi no me ha quedado clarroooooo jajaja lo de Cristina...sufre de lo mismo que todassss jajaja
Un besete y estamos a la esperaaa!!